jueves, 17 de agosto de 2017

ESKUA HAURRARENTZAKO MUNDUA DA

ESKUAK: haundiak, txikiak, pottoloak, meheak, beltxaranak, txuriak, zikinak, garbiak...mota guztietakoak alegia, biño denak hainen garrantzitsuak gure bizian, gure egunerokoan. 
Eskuak helduontzat garrantzitsuak baldin badira, haur txikienentzako dena dira; beraiei esker hasten dira haur jaio berriak munduarekin kontaktua izaten eta beraiengandik jasoko dute gure irakaskuntza, maitasuna eta goxotasuna (edo juxtu kontrakoa).
Haur zaintzaile baten eskuen erabileraren (mugimenduaren, sensibilitatearen) garrantziaz aunitz idatzi da. Nik, neretzat suposatu duen ikasketagatik, Pikler pedagogian adituak direnen esaldi esanguratsu batzuk bildu eta partekatzen dizkizuet:

“La mano es el mundo para el niño”, dijo Eva Kallo. El primer contacto del niño con el mundo exterior se hace a través de la mano del adulto que lo cuida. Esta última le proporciona información sobre su entorno y sobre sí mismo, de igual manera da información a la educadora sobre lo que el niño siente. En el momento de los cuidados, la educadora satisface las necesidades de contacto corporal del bebé a través del tacto, un toque delicado, no intrusivo (Falk, 1980: 6). Y también: si los movimientos de la mano no son delicados, llenos de ternura, sino insensibles, mecánicos, rápidos y funcionales todos los conocimientos técnicos deseados impedirán que el niño, en lugar de tener el placer y la alegría del contacto corporal, viva este contacto con desagrado. (Falk, 1980: 7) A través de cada cuidado, la educadora busca estimular el placer que tiene el niño en manipular, controlar, hacer solo, ser mayor. (Appell y David, 2008: 38) Durante toda su vida, su personalidad, su imagen de sí mismo, el desarrollo de respeto por uno mismo, la asunción del papel sexual, y, mucho más tarde, su comportamiento como padre están influidos por los cuidados de la infancia: es de la calidad de esos cuidados, es decir, de su carácter agradable o desagradable, tanto para el niño como para su educadora, de lo que dependerá la visión de su propio cuerpo, de estas funciones y de las experiencias que se le atribuyen. (Falk, 1980: 8)